Empecemos diciendo que La meglio gioventù (2003; en español La mejor juventud) debe su nombre a un poema de Pier Paolo Pasolini; que yo me haya enterado (y por fortuna para Pasolini), es lo único que liga al célebre poeta y director con la obra que habremos de criticar hoy.
En lo que respecta a la estructura, y para poder hablar con propiedad, es necesario decir que originalmente se trató de una miniserie de cuatro episodios, cada uno de 100 (¡cien!) minutos. Teóricamente, cada capítulo debía tener un inicio, desarrollo y fin propios, pero rejuntados en una única y gigantesca película, estas tres partes están diluidas, dando lugar a un film más largo que la Avenida Rivadavia (¡seis horas! ¡Ni siquiera The Lord Of The Rings duraba tanto!). Pero, ¿cuál es el problema con esto? Las películas con tres partes (inicio, desarrollo y desenlace) tienen lo que se suele llamar una curva dramática de crecimiento constante: la tensión va aumentando hasta que el conflicto (recuerden esta palabra, porque volveremos sobre ella), digo, hasta que el conflicto se resuelve (ver figura 1). Luego de ello, la atención del espectador cae abruptamente, puesto que sin conflicto no hay historia.
El principal problema de La meglio gioventù, este conjunto de retazos que muchos han dado en llamar película, es no existe curva constante, sino más bien una estructura sinusoidal (estoy tomando prestada la explicación de Umberto Eco, cuando analizó la novela por entregas Los misterios de París, de Eugéne Sue; el principio es el mismo: la tensión dramática no se puede mantener ad infinitum, porque si no resulta todo un grandum embolum). Así se observa en la figura 2:
Lo que sucede con esta película es, sencillamente, que el espectador no aguanta. Tras varias horas hay un desgaste de su atención e interés enorme, y cualquier historia se hace imposible de seguir. Si estudios recientes han comprobado que la persona promedio sólo puede mantenerse atenta durante cuarenta (40) minutos, hablar de un film de seis horas es no entender nada acerca de cómo debe contarse y hacerse una buena historia.
Hablando de una buena historia, volvamos sobre la cuestión del conflicto. A grandes rasgos, un conflicto es una oposición entre dos fuerzas (aunque puede haber más) que ponen en acción una historia. La meglio gioventù no tiene una oposición de fuerzas clara, si es que acaso tiene una. Todo suma (o más bien resta): la falta de un conflicto fuerte, la innecesariamente prolongada duración del film, el interés del espectador que va y viene (que va y viene, que va y viene, que va y viene, que va viene...). ¡Y todavía no dijimos ni una palabra sobre la trama!
La meglio gioventù cuenta la historia de una familia italiana desde 1966 hasta 2003. El protagonista principal es Niccola (Luigi Lo Cascio), seguido por su hermano Matteo (Alessio Boni). Asimismo, hay en la película una enorme profusión de personajes. Ni Marco Tullio Giordana (el director), ni Sandro Petraglia, así como tampoco Stefano Rulli (los escritores) supieron resolver de manera interesante el desenvolvimiento dramático de tantas personas. Es así que tienen la brillante idea de tomar dos caminos: o bien matan a los personajes, o bien los casan (¿será que para ellos es lo mismo?). A nuestro ver, el personaje más interesante y también más desaprovechado es el de Giorgia, una chica que sufre de desequilibrios mentales. Alguno dirá que podría haberse usado al personaje como metáfora de toda Italia, marcando a través de ella bisagras en su vida que se correspondan con hechos históricos. Pero no. Ella aparece al comienzo y luego la borran de la historia hasta casi el final de la misma, cuando la recluyen en un hogar nuevo... y otra vez la sacan de la línea argumental. Una verdadera pena; pareciera que los locos son en realidad los realizadores, que no se avivaron de hacerle al personaje una buena historia.
En el enorme período histórico abarcado por el film, la vida familiar transcurre casi impertérrita: a la familia Carati (la de los protagonistas) el fútbol no les importa demasiado (la inclusión del relato radial en medio de la escena del museo queda casi como un injerto); la inundación de Firenze sirve como excusa para que Nicola conozca a Giulia, su primera mujer; las Brigadas Rojas son apenas mencionadas; la Rebelión Estudiantil del '68 figura unos minutos... ¿y la actualidad con Berlusconi, el renacer xenófobo en toda Europa, ... el Mundial de Corea y Japón 2002? Bien, gracias.
En cuanto a fotografía, la película es irreprochable; se trata de un film adecuado, que cumple con los estándares. Con respecto a las interpretaciones, también ellas cumplen su papel; los actores se habrían lucido más con un guión con un poco más de vuelo. En la primera parte de la primera mitad de la película, Petraglia y Rulli dan en el clavo bastantes veces (muy interesantes los breves fragmentos de la universidad), pero luego el guión se cae, y después se vuelve a caer, y sigue cayendo hasta que para, para luego hundirse definitivamente en un abismo sin fondo. Para hacer más claro mi punto, basta con entender que el principal (y único) recurso del que se valen los guionistas de la obra es el golpe bajo. Los diálogos rememoran las descripciones de los parajes en los escritos de Ricardo Güiraldes: son chatos como el horizonte pampeano. Salvando tiras como Gasoleros o Campeones de la vida, las conversaciones de La meglio gioventù están al nivel de las últimas producciones de Adrián Suar: los personajes no conocen otra forma de discutir que no sea gritando o yéndose de las conversaciones, es decir escapándose de ellas. La película es una tira costumbrista más, pero una tira muy larga: con ella podría darse la vuelta al Ecuador treinta veces, y todavía quedaría tira como para hacer un moño del tamaño de Australia.
La banda sonora: señor o señora paseante, en cualquier otra crítica de esta obra le dirán que es "muy buena", "exquisita" e incluso "un placer de gourmets". No vamos a discutir aquí cuestiones relacionadas con los gustos personales, pero debemos decir que la elección musical de acuerdo al momento histórico la pifió de lo lindo cuando en 1968 introdujo el tema Might just take your life, de Deep Purple, una canción de 1974. En 1968 recién se estaba formando la célebre banda británica. Por aquel entonces David Coverdale, quien años más tarde sería el vocalista de la nombrada canción, tenía 17 años. Casi con certeza, el delgado y pelilargo adolescente oriundo de Saltburn-by-the-Sea no habría podido jamás imaginarse que formaría parte de un suceso musical tan grande como el de Deep Purple. Pero volviendo a lo anterior, ¡erraron la banda sonora en relación al contexto histórico, algo fundamental en una peli que quiere hablar acerca del transcurso de los años y de las modas! Y no nos vengan con licencias literarias o musicales. Tiene un 2, vuelva en marzo.
Se nos deben estar escapando miles de otras cosas. Afortunadamente, el recuerdo de las seis (¡6!) horas dilapidadas en verla es cada vez más nebuloso. No es de sorprender que La mejor juventud haya ganado en 2003 el Festival de Canes (con una sola "n" porque se refiere a los animales científicamente conocidos como perros, cuyo nombre vulgar es Canis lupus familiaris). El cine italiano solía ser una cosa muy bella; películas golpebajistas, frías y pretenciosas como La meglio gioventù le dan ganas a uno de querer llorar, pero no por la emoción sino por el espanto. Los nuevos cineastas italianos, destrás de los cuales seguramente se esconden aburguesados productores que sólo tienen afán de lucro incluso al precio de desprestigiar su propia historia fílmica, están hechando por la borda toda una hermosa tradición de buen cine italiano, creado bajo fuertes aspiraciones artísticas e ideológicas, así como también cimentado en el duro trabajo de sus antiguos realizadores.
La meglio gioventù cuenta la historia de una familia italiana desde 1966 hasta 2003. El protagonista principal es Niccola (Luigi Lo Cascio), seguido por su hermano Matteo (Alessio Boni). Asimismo, hay en la película una enorme profusión de personajes. Ni Marco Tullio Giordana (el director), ni Sandro Petraglia, así como tampoco Stefano Rulli (los escritores) supieron resolver de manera interesante el desenvolvimiento dramático de tantas personas. Es así que tienen la brillante idea de tomar dos caminos: o bien matan a los personajes, o bien los casan (¿será que para ellos es lo mismo?). A nuestro ver, el personaje más interesante y también más desaprovechado es el de Giorgia, una chica que sufre de desequilibrios mentales. Alguno dirá que podría haberse usado al personaje como metáfora de toda Italia, marcando a través de ella bisagras en su vida que se correspondan con hechos históricos. Pero no. Ella aparece al comienzo y luego la borran de la historia hasta casi el final de la misma, cuando la recluyen en un hogar nuevo... y otra vez la sacan de la línea argumental. Una verdadera pena; pareciera que los locos son en realidad los realizadores, que no se avivaron de hacerle al personaje una buena historia.
En el enorme período histórico abarcado por el film, la vida familiar transcurre casi impertérrita: a la familia Carati (la de los protagonistas) el fútbol no les importa demasiado (la inclusión del relato radial en medio de la escena del museo queda casi como un injerto); la inundación de Firenze sirve como excusa para que Nicola conozca a Giulia, su primera mujer; las Brigadas Rojas son apenas mencionadas; la Rebelión Estudiantil del '68 figura unos minutos... ¿y la actualidad con Berlusconi, el renacer xenófobo en toda Europa, ... el Mundial de Corea y Japón 2002? Bien, gracias.
En cuanto a fotografía, la película es irreprochable; se trata de un film adecuado, que cumple con los estándares. Con respecto a las interpretaciones, también ellas cumplen su papel; los actores se habrían lucido más con un guión con un poco más de vuelo. En la primera parte de la primera mitad de la película, Petraglia y Rulli dan en el clavo bastantes veces (muy interesantes los breves fragmentos de la universidad), pero luego el guión se cae, y después se vuelve a caer, y sigue cayendo hasta que para, para luego hundirse definitivamente en un abismo sin fondo. Para hacer más claro mi punto, basta con entender que el principal (y único) recurso del que se valen los guionistas de la obra es el golpe bajo. Los diálogos rememoran las descripciones de los parajes en los escritos de Ricardo Güiraldes: son chatos como el horizonte pampeano. Salvando tiras como Gasoleros o Campeones de la vida, las conversaciones de La meglio gioventù están al nivel de las últimas producciones de Adrián Suar: los personajes no conocen otra forma de discutir que no sea gritando o yéndose de las conversaciones, es decir escapándose de ellas. La película es una tira costumbrista más, pero una tira muy larga: con ella podría darse la vuelta al Ecuador treinta veces, y todavía quedaría tira como para hacer un moño del tamaño de Australia.
La banda sonora: señor o señora paseante, en cualquier otra crítica de esta obra le dirán que es "muy buena", "exquisita" e incluso "un placer de gourmets". No vamos a discutir aquí cuestiones relacionadas con los gustos personales, pero debemos decir que la elección musical de acuerdo al momento histórico la pifió de lo lindo cuando en 1968 introdujo el tema Might just take your life, de Deep Purple, una canción de 1974. En 1968 recién se estaba formando la célebre banda británica. Por aquel entonces David Coverdale, quien años más tarde sería el vocalista de la nombrada canción, tenía 17 años. Casi con certeza, el delgado y pelilargo adolescente oriundo de Saltburn-by-the-Sea no habría podido jamás imaginarse que formaría parte de un suceso musical tan grande como el de Deep Purple. Pero volviendo a lo anterior, ¡erraron la banda sonora en relación al contexto histórico, algo fundamental en una peli que quiere hablar acerca del transcurso de los años y de las modas! Y no nos vengan con licencias literarias o musicales. Tiene un 2, vuelva en marzo.
Se nos deben estar escapando miles de otras cosas. Afortunadamente, el recuerdo de las seis (¡6!) horas dilapidadas en verla es cada vez más nebuloso. No es de sorprender que La mejor juventud haya ganado en 2003 el Festival de Canes (con una sola "n" porque se refiere a los animales científicamente conocidos como perros, cuyo nombre vulgar es Canis lupus familiaris). El cine italiano solía ser una cosa muy bella; películas golpebajistas, frías y pretenciosas como La meglio gioventù le dan ganas a uno de querer llorar, pero no por la emoción sino por el espanto. Los nuevos cineastas italianos, destrás de los cuales seguramente se esconden aburguesados productores que sólo tienen afán de lucro incluso al precio de desprestigiar su propia historia fílmica, están hechando por la borda toda una hermosa tradición de buen cine italiano, creado bajo fuertes aspiraciones artísticas e ideológicas, así como también cimentado en el duro trabajo de sus antiguos realizadores.
1 comentario:
Que tal mi estimado Gio, soy Jorge, mira estoy buscando una película, era acerca de la obra de Ravel, cuadros de una exposición, la vi hace unos 10 años en formato VHS, era una representación de toda la obra de ravel en película, no sabes como se llama, la quiero conseguir, esque la vi de niño y ahora la necesito. jorgemen_castillo@hotmail.com
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